jueves, octubre 26, 2006

Comienzos de mis recuerdos.


Lo que creo son mis recuerdos más lejanos se refieren a mi hospitalización por el tifus cuando tenía dos años y siete meses. Estaba en una cama, para mí: gigante, aunque se supone que estaba en el Pensionado del Hospital Arriarán que es de niños; muchos años después, la hermana mayor de mi papá me dijo que no había cupo cuando llegué muy mal y me pusieron en una cama para adultos. Hacia los pies de la cama y hacia la derecha estando tendida de espaldas, había una ventana pero yo no podía sentarme aunque quisiera, por lo débil (tal como cuando caí enferma de tuberculosis a los nueve años) y sólo podía pensar que cuando pudiera caminar me iba a escapar por esa ventana. Cuando ¡por fin! pude sostenerme en mis piernas, caminé por la cama, desde la almohada hasta los pies y vi con espanto que estaba en un piso alto. Hacia la izquierda, si estaba tendida de espaldas en la cama, había una puerta. Una vez que se acercaron varias personas de delantal blanco a mi cama, había una mujer tan pequeñita con respecto a los demás que la sentí mi semejante, esperé que estuviera bien cerca para tomarla del delantal e impedir que se fuera y no podía entender por qué los demás se reían. Para mí era una situación aflictiva.